viernes, 3 de diciembre de 2010

De ida.





He decidido mudarme de este cuarto de hotel


sin llave y con cuentas de la sed.


Voy a llevarme este equipaje, viejo roto y usado,


donde tengo todo los vidrios que soy y lo que fui.


No voy a limpiar el baño de granos de maíz,

ni mucho menos las sabanas de porcelana fría.

Solo voy a hacer yo y mi valija


por estos confines de la esquina
y de las rotondas desniveladas.

Saltando charcos de dejavu con zapatillas de antorcha.

Por ahí, el zonda o el norte me me peguén o hasta quizá me matén,

aprovechare su fuerza, su potencia, su dolor

para lanzar los vidrios de la añeja valija.

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