viernes, 18 de febrero de 2011

Sentencia de muerte




He estado pensando mucho el día de hoy, ¿pero que puedo escribir desde esta celda de bloques sin luz, donde apenas veo lo que escribo en este calabozo subterráneo bañado en oscuridad?. Es verdad soy un preso por tiempo limitado, lo mas triste es que es justo y la condena a muerte que va darse en los próximos dias es bien merecida, seamos realistas soy culpable, culpable, mis labios no titilan duda en mi seguridad al decir "fui culpable" del asesinato en primer grado al cartero. Asi que por lo tanto en estas instancias quiero plasmar todo este "lio" en papel, ya que tengo un viejo papel arrugado y un lapiz viejo casi sin punta.

Pero voy a escribir mi confesión de manera sutil, voy a narrar los hechos pero no como pasaron sino como debería haber sido, no quiero hacer algo similar a los cuentos de Edgar Allan Poe que tanto admiro, odiaría hacer plagio en las ultimas instancias de mi vida. Quiero que te enfoques en este relato y cuando leas un adjetivo pienses en su antónimo inmediatamente. Pido también que cada exageración de una cualidad proveniente de un adjetivo sea tomada sarcásticamente.

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Todo comenzó una bella mañana de septiembre, en medio de toda una ligereza de fresca ventisca del viento zonda. Yo con un gran humor como usualmente lo suelo tener, ni el clima, ni la salud ni la economía ni nada podían con mi buen humor. Pero este día parecía todo ir muy mal en casa, ya que todos se habían ido de vacaciones y yo había elegido no ir, para adelantar mi practica de guitarra en este tiempo de vacaciones. Pero para eso necesitaba mi pequeño libro de partituras el cual había perdido días anteriores. Así que decidí comprarla por E-bay (siempre la Internet al servicio de la necesidad). Habían pasado ya 6 días y no pasaba nada.

Día tras día le preguntaba muy tranquilamente al cartero si no había algo para mi, que deba entregar, un paquete de Texas, como siempre, mi pregunta había sido tranquila y su respuesta por ende también, que amor entre los dos, de ese que llena el corazón a simple vista al ver a 2 personas tratándose así.

Y siguieron pasando los días, yo no sabia que hacer, así que decidí ir a la oficina de correo a hablar con algunos de los directivos para plantear mi problema, como persona seria y grande que somos. Y en la charla transcurrió en una ligera y tranquila tarde, donde llegamos a una conclusión de que solo quedaba esperar, ya que en la semana se haría una búsqueda general en todo el establecimiento.

Y así fue, pero tuve que esperar alrededor de 2 semanas desde entonces. El día que recibí el paquete, lo recibí con mucha alegría, tanto que le agradecí al cartero. Y desde ese entonces no me acuerdo mas, se que el cartero apareció en la acera, con su cabeza rebosando en sangre, como una isla rebosa en un mar de litros de agua.


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Y es así como sucedió, no pretendo una disminución de mi pena con esta confesión, solo, lo escribo a un remitente desconocido, como señal que lo recuerdo.



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