- Como hemos jugando con la moca del café, no?
No podía creerlo, era el café Alistan, hablandomé directamente desde la taza. Podría haberme catalogado a mi mismo de "loco sin remedio", en ese preciso instante, pero en ese momento, mi cuerpo empezó a temblar, de repente mis manos se hicieron pequeñas, luego mis pies, mi voz se torno similar a la de Albín y las Ardillas, me había hecho pequeño en la misma silla de madera de roble, donde estaba sentado. Desde allí era capaz de escuchar ruidos sobre la mesa, decidí subir por el mantel a cuadrillé, con la poca fuerza en mis brazos, después de un día de gimnasio.
-Viva la revolución, viva!. Eran las palabras de los granos del café que miraban con desagrado a las migas de pan, las tostadas, la manteca y la simpática mermelada, la cuales estaban también en la mesas, pero se mostraban indiferentes a los granos de café que se encontrabán gritando.
Yo era testigo de todo esto, teniendo en cuenta esa realidad, tendría que esconderme antes de ser atacado por los elementos de merienda. Se sentían aires de discriminación en la mesa. También pude llegar a ver muchos grafitis hechos a mano, pero más que a mano, parecían escritos con el alma. A lo largo de la mesa, habían muchos escritos en color café con la frase de Nelson Mandela
"Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario."
Pero algo no estaba bien en claro, tenía una duda, no entendía si eso se debía a la indiferencia de los otros elementos de merienda para con los granos de café o viceversa.¿ Pero cómo se puede enseñar a amar?. Mi interior se sacudió, intente pararlo, pero no funciono, ¿estaba aprendiendo a amar o eran efectos especiales?
Vi que empezaba el ataque, corrí al encuentro de los 2 grupos.
Hola! - Dijeron las ganas de hacer algo, las deje entrar.
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