miércoles, 30 de julio de 2014

Hasta los vientos







"Y a veces el mar parece llevarse la tenue brisa de verano del desierto de Atacama;
que enmudecen los parlantes de una moto Toshiba mientras corre tras un tiroteo en una esquina..."

Esa era la poesía con la que él había comenzado o al menos lo que mi hermano había intentado escribir en la pieza al tiempo que yo me bañaba en esa tarde fría y otoñal, no sé cómo iba a seguir o si había terminado, solo sé que la había dejado sobre la mesa en una papel blanco A4. Esa tarde no pude dejar de pensar en lo que mi hermano estaba tratando de escribir y la razón de ello.
Pensé, pensé y pensé durante toda la tarde. Pensé; mientras iba en el colectivo mientras la llovizna caía como gotas de cristal que se deshacen en una noche de tristes luces distorsionadas por la neblina sucia.
Pensé; mientras la señora que bajaba en la parada anterior de la mía derramaba lagrimas silenciosas por alguna perdida o incertidumbre que tuvo en un día ajetreado quizá.
Pensé; cuando llegue a mi parada del cole y mi pie toco la  baldosa limpia mientras el frío de la noche caía como un rayo fugaz de verano sobre mi rostro tenue y recién afeitado.
Pensé; mientras abría la puerta de la habitación y dejaba las cargas de mi hombro sobre mi escritorio de color caoba, que parecería cambiar de color a la luz del foco.
Y seguí pensando, pero entre esas cosas pensé en lo que había pensado y acomode el poema de acuerdo lo que había pensado y arme mi poema desde el de mi hermano,

"Y a veces el mar parece llevarse la tenue brisa de verano del desierto de Atacama
que enmudecen los parlantes de una moto Toshiba
y corre tras un tiroteo en una esquina
Yo iba en el colectivo mientras la llovizna caía como gotas de cristal que se deshacen en una noche de tristes luces distorsionadas por la neblina sucia.
mientras la señora que bajaba en la parada anterior de la mía derramaba lagrimas silenciosas por alguna perdida o incertidumbre que tuvo en un día ajetreado quizá.
mientras abría la puerta de la habitación y dejaba las cargas de mi hombro sobre mi escritorio de color caoba que parecería cambiar de color a la luz del foco.





Pintura: Walking in the rain – Marek Langowski

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